TENEMOS DERECHO A SABER QUE PASÓ EL FATÍDICO 11-M.
DICE QUE HABLÓ DE NUEVO DE "LA TEORÍA DE LA CONSPIRACIÓN"
Blanco acusa a Cospedal de volver a los tiempos de Acebes por pedir la verdad del 11-M
Blanco acusa a Cospedal de volver a los tiempos de Acebes por pedir la verdad del 11-M
El secretario de Organización insiste en utilizar la crisis del PP para atacar a la oposición. En esta ocasión le ha tocado el turno a la nueva secretaria general por las declaraciones que hizo en la Cope pidiendo la verdad del 11-M. Según Blanco, con sus palabras volvía a "los tiempos de Zaplana y Acebes".
Vídeo: Cospedal en la COPE
Vídeo: Cospedal en la COPE
Dezcallar en la Comisión del 11-M
Lo que dijo Dezcallar en el Congreso
El CNI siguió investigando a ETA "muchos días después" del 13-M
Dezcallar no trasladó la información de Moratinos y Zapatero
Cospedal: "Tenemos derecho a saber lo que pasó el 11-M"
Lo que dijo Dezcallar en la Comisión del 11-M
Dezcallar avaló la información que Ana Palacio dio a la ONU sobre el 11-M
Lo que dijo Dezcallar en el Congreso
El CNI siguió investigando a ETA "muchos días después" del 13-M
Dezcallar no trasladó la información de Moratinos y Zapatero
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DINAMITA PA LOS POLLOS
El 11-M a escena
Luis del Pino
Luis del Pino
Tal vez sea porque la semaa que viene comienza la vista de los recursos de casación en el Tribunal Supremo, pero el 11-M vuelve a estar de actualidad en las últimas fechas, con una intensidad difícilmente imaginable.
En el plano político, primero fue la metedura de pata de Javier Arenas, diciendo que el 11-M no se encuentra entre las preocupaciones de los españoles. Tuvo que rectificar el señor Arenas casi de inmediato, ante las andanadas recibidas.
Luego fue el alcalde Alberto Ruiz Gallardón, ése que se supone que no quiere obviar el 11-M. A una pregunta de uno de los participantes en un foro de El Mundo, el alcalde de Madrid afirmó que la Justicia ha funcionado y que los culpables del 11-M son los que han sido condenados. Vamos, que el señor Ruiz-Gallardón ni siquiera se ha molestado en leerse la sentencia sobre el mayor atentado cometido en la ciudad de la que es alcalde. Si lo hubiera hecho, sabría que la propia sentencia reconoce que no puede identificar a todos los autores materiales y deja completamente en el aire la autoría intelectual de los atentados. Es decir, que seguimos sin saber quién decidió que había que matar a 200 personas a tres días de unas elecciones generales. Pero eso no parece preocupar mucho a ese brillante político al que los medios progres señalan como nuevo líder del tardo-centrismo.
Después ha salido a escena la recientemente nombrada secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, que reiteró en la COPE el compromiso de su partido con la verdad del 11-M y declaró que seguimos sin conocer la autoría intelectual de la masacre. Al menos Cospedal sí que se ha leído la sentencia que el señor Ruiz Gallardón desconoce.
Las palabras de Cospedal han sido contestadas desde el PSOE por Antonio Hernando, diciendo que el PP vuelve a apuntarse a la "teoría de la conspiración". ¡Ah! ¿Pero es que acaso no hubo una conspiración? Yo pensaba que para volar sincronizadamente cuatro trenes y matar a 200 personas a tres días de unas elecciones generales era necesaria una concertación previa, una labor previa de preparación, una distribución previa de funciones... Es decir, que doce tíos no se ponen de acuerdo para depositar sendas bombas en un tren si no conspiran previamente para ello. Pero debe de ser que en el PSOE consideran que esos doce tíos se levantaron aquella mañana del 11-M y decidieron sobre la marcha poner unas bombas en los trenes, como podían haber decidido irse a ver el Museo del Prado o a tomarse unos vinos a la Plaza Mayor. Un mero impulso momentáneo.
¿Tan poco respeto por las víctimas del 11-M le queda ya al Partido Socialista que no se le ocurre otra cosa que tratar de ridiculizar todo lo relativo a la masacre de Madrid? ¿Por qué el señor Hernando, en lugar de hablar de "teorías de la conspiración", no nos explica a todos los españoles quién ordenó poner las bombas de los trenes? ¿O es que acaso al señor Hernando no le importa?
Pues si a usted no le importa, señor Hernando, a muchos españoles sí. Más que nada porque ninguno, ni siquiera usted, se cree que cuatro macarras que no habían quemado un cajero automático en su vida pudieran cometer, ellos solos, la mayor masacre de la historia del terrorismo en Europa.
Igual que ningún español se cree tampoco que hubiera hecho falta semejante orgía de falsificación de evidencias si los responsables del 11-M fueran los cuatro pelanas que nos han presentado. A no ser, claro está, que detrás de esos cuatro pelanas estén otros que de pelanas no tienen un pelo. Con lo cual volvemos a la cuestión inicial: ¿quién puso en marcha la conspiración que terminaría conduciendo a la matanza del 11-M? ¿Qué objetivos perseguía quien eso hizo?
Le recomiendo al señor Hernando que se lea el artículo que Gabriel Moris publicaba hace unos días, en estas mismas páginas, hablando del juicio del ácido bórico. A ver si se le remueve la conciencia al señor diputado. Aunque supongo que resulta difícil que a alguien se le remueva aquello de lo que carece.
Finalmente, un par de textos que merece la pena comentar. Publica Jaime Ignacio del Burgo un artículo en el que pone en evidencia la falacia de la no existencia de contactos entre la banda terrorista ETA y las redes islamistas, al hilo de la conversión al cristianismo del subdirector de Il Corriere de la Sera, Magdi Cristiano Allam. Este periodista italiano es uno de los mayores expertos en terrorismo islámico y ya advertía en 2002 sobre la compra de misiles a los talibanes afganos por parte de ETA.
Publicaba también Fernando Múgica en El Mundo otro artículo, a cuenta del nuevo ascenso del señor Descallar hasta la embajada española en Washington, en el que se recordaba el papel del CNI en los días inmediatamente posteriores a la masacre. Recuerda Múgica cómo la autoría de la masacre se atribuye inicialmente a ETA por parte de nuestros servicios secretos con una rotundidad que admitía pocas dudas, aunque después de la victoria electoral del PSOE el CNI dio un giro de 180 grados en sus apreciaciones. De todo lo que el artículo contiene, quizá lo más relevante sea algo que, precisamente por ser tan obvio, siempre tendemos a pasar por alto. Me refiero a que no son sólo los servicios secretos españoles los que descartaban desde el principio la autoría de Al Qaeda, sino que todos los servicios secretos occidentales la descartaban igualmente. Al Qaeda no atentó en España el 11-M, y eso se sabía desde el propio 11-M. Prescindiendo de las inmensas dudas sobre los autores materiales de los atentados que nos han querido presentar, la cuestión vuelve así, una y otra vez, a la pregunta fundamental: ¿quién dio las órdenes para aquel asesinato masivo y que motivos podrían existir para que se hayan dedicado tantos esfuerzos, por parte de tanta gente, a tratar de no contestar a esta pregunta?
En el plano político, primero fue la metedura de pata de Javier Arenas, diciendo que el 11-M no se encuentra entre las preocupaciones de los españoles. Tuvo que rectificar el señor Arenas casi de inmediato, ante las andanadas recibidas.
Luego fue el alcalde Alberto Ruiz Gallardón, ése que se supone que no quiere obviar el 11-M. A una pregunta de uno de los participantes en un foro de El Mundo, el alcalde de Madrid afirmó que la Justicia ha funcionado y que los culpables del 11-M son los que han sido condenados. Vamos, que el señor Ruiz-Gallardón ni siquiera se ha molestado en leerse la sentencia sobre el mayor atentado cometido en la ciudad de la que es alcalde. Si lo hubiera hecho, sabría que la propia sentencia reconoce que no puede identificar a todos los autores materiales y deja completamente en el aire la autoría intelectual de los atentados. Es decir, que seguimos sin saber quién decidió que había que matar a 200 personas a tres días de unas elecciones generales. Pero eso no parece preocupar mucho a ese brillante político al que los medios progres señalan como nuevo líder del tardo-centrismo.
Después ha salido a escena la recientemente nombrada secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, que reiteró en la COPE el compromiso de su partido con la verdad del 11-M y declaró que seguimos sin conocer la autoría intelectual de la masacre. Al menos Cospedal sí que se ha leído la sentencia que el señor Ruiz Gallardón desconoce.
Las palabras de Cospedal han sido contestadas desde el PSOE por Antonio Hernando, diciendo que el PP vuelve a apuntarse a la "teoría de la conspiración". ¡Ah! ¿Pero es que acaso no hubo una conspiración? Yo pensaba que para volar sincronizadamente cuatro trenes y matar a 200 personas a tres días de unas elecciones generales era necesaria una concertación previa, una labor previa de preparación, una distribución previa de funciones... Es decir, que doce tíos no se ponen de acuerdo para depositar sendas bombas en un tren si no conspiran previamente para ello. Pero debe de ser que en el PSOE consideran que esos doce tíos se levantaron aquella mañana del 11-M y decidieron sobre la marcha poner unas bombas en los trenes, como podían haber decidido irse a ver el Museo del Prado o a tomarse unos vinos a la Plaza Mayor. Un mero impulso momentáneo.
¿Tan poco respeto por las víctimas del 11-M le queda ya al Partido Socialista que no se le ocurre otra cosa que tratar de ridiculizar todo lo relativo a la masacre de Madrid? ¿Por qué el señor Hernando, en lugar de hablar de "teorías de la conspiración", no nos explica a todos los españoles quién ordenó poner las bombas de los trenes? ¿O es que acaso al señor Hernando no le importa?
Pues si a usted no le importa, señor Hernando, a muchos españoles sí. Más que nada porque ninguno, ni siquiera usted, se cree que cuatro macarras que no habían quemado un cajero automático en su vida pudieran cometer, ellos solos, la mayor masacre de la historia del terrorismo en Europa.
Igual que ningún español se cree tampoco que hubiera hecho falta semejante orgía de falsificación de evidencias si los responsables del 11-M fueran los cuatro pelanas que nos han presentado. A no ser, claro está, que detrás de esos cuatro pelanas estén otros que de pelanas no tienen un pelo. Con lo cual volvemos a la cuestión inicial: ¿quién puso en marcha la conspiración que terminaría conduciendo a la matanza del 11-M? ¿Qué objetivos perseguía quien eso hizo?
Le recomiendo al señor Hernando que se lea el artículo que Gabriel Moris publicaba hace unos días, en estas mismas páginas, hablando del juicio del ácido bórico. A ver si se le remueve la conciencia al señor diputado. Aunque supongo que resulta difícil que a alguien se le remueva aquello de lo que carece.
Finalmente, un par de textos que merece la pena comentar. Publica Jaime Ignacio del Burgo un artículo en el que pone en evidencia la falacia de la no existencia de contactos entre la banda terrorista ETA y las redes islamistas, al hilo de la conversión al cristianismo del subdirector de Il Corriere de la Sera, Magdi Cristiano Allam. Este periodista italiano es uno de los mayores expertos en terrorismo islámico y ya advertía en 2002 sobre la compra de misiles a los talibanes afganos por parte de ETA.
Publicaba también Fernando Múgica en El Mundo otro artículo, a cuenta del nuevo ascenso del señor Descallar hasta la embajada española en Washington, en el que se recordaba el papel del CNI en los días inmediatamente posteriores a la masacre. Recuerda Múgica cómo la autoría de la masacre se atribuye inicialmente a ETA por parte de nuestros servicios secretos con una rotundidad que admitía pocas dudas, aunque después de la victoria electoral del PSOE el CNI dio un giro de 180 grados en sus apreciaciones. De todo lo que el artículo contiene, quizá lo más relevante sea algo que, precisamente por ser tan obvio, siempre tendemos a pasar por alto. Me refiero a que no son sólo los servicios secretos españoles los que descartaban desde el principio la autoría de Al Qaeda, sino que todos los servicios secretos occidentales la descartaban igualmente. Al Qaeda no atentó en España el 11-M, y eso se sabía desde el propio 11-M. Prescindiendo de las inmensas dudas sobre los autores materiales de los atentados que nos han querido presentar, la cuestión vuelve así, una y otra vez, a la pregunta fundamental: ¿quién dio las órdenes para aquel asesinato masivo y que motivos podrían existir para que se hayan dedicado tantos esfuerzos, por parte de tanta gente, a tratar de no contestar a esta pregunta?
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