DEL NEGACIONISMO A LA IMPOTENCIA AMABLE DE ZAPATERO

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Si el año pasado Zapatero se jactó de sus grandes éxitos en política económica en su balance de fin de año, ayer tuvo que reconocer que la economía española atraviesa una profunda crisis y que el primer semestre de 2009 será tan malo como el que ahora acaba.
Zapatero mostró, sin embargo, su habitual optimismo cuando aseguró: «La tempestad es fuerte, pero ahora tenemos un barco sólido que conoce muy bien su rumbo». No es ésa la sensación que transmite Pedro Solbes, que hace unas semanas insinuó que no le importaría dejar el Gobierno. El vicepresidente económico, el timonel para llevar ese barco a buen puerto, ha pasado de una visión triunfalista de la economía -todavía negaba en mayo pasado la inminencia de la crisis- a una impotencia que se traduce en una evidente falta de autoridad y entusiasmo.
Esa impotencia es también extensiva a Zapatero, que ha ido adoptando una serie de medidas improvisadas e incoherentes que no han producido resultados. El presidente aseguró ayer que el empleo mostrará «signos alentadores» en el segundo semestre, cuando hace una semana afirmó que ello se iba a producir a partir de marzo o abril. Por optimismo que no quede.
Mariano Rajoy fue implacable ayer con él, afirmando que ha dado hasta ahora «palos de ciego» y carece de «coraje, determinación y conocimiento» para sacar a España de «una crisis de caballo». El líder del PP volvió a acusar a Zapatero de engañar a los españoles, subrayando que lo único que sabe hacer el Gobierno es «gastar dinero a troche y moche».
Rajoy insistió en que el Ejecutivo debe ayudar a las pequeñas y medianas empresas y a las familias, y abogó por un recorte de impuestos para fomentar el consumo y la inversión.
Uno de los problemas que tiene Zapatero es efectivamente que su costoso plan de ayudas al sector financiero no ha surtido efecto en la economía real, como reconoció implícitamente ayer el presidente al anunciar que tiene intención de convocar de nuevo a bancos y cajas el próximo mes de enero.
Zapatero anunció ayer que las pensiones subirán una media del 6% el año que viene y un alza del salario mínimo de 600 a 624 euros, lo que provocó el rechazo de los sindicatos que le acusaron de estar incumpliendo su promesa de elevarlo a 800 en esta legislatura.
En su intervención, el presidente se comprometió, una vez más, a mantener el gasto social, un guiño a los sindicatos y especialmente a las nuevas direcciones de IU y Comisiones Obreras, cuyos nuevos responsables han barajado la posibilidad de una huelga general.
Tras hacer un repaso de los más variados temas, Zapatero resaltó que «ya no habrá más oportunidades para ETA». Es precisamente en la política antiterrorista donde el Gobierno ha conseguido sus mayores éxitos en 2008, lo que confiere credibilidad a su compromiso.
Desgraciadamente para el presidente, ello queda empañado por la crisis económica, en la que el Ejecutivo siempre ha ido por detrás de los acontecimientos y nunca ha dado la sensación de tener una política coherente ni efectiva.

EL MUNDO__________________________