miércoles, 29 de julio de 2009

LOS "LAMAS" ESTÁN EN EL TIBET..., Y LOS SINDICATOS EN LAS BATUECAS

Los ‘lamas’ están en el Tibet…, y los sindicatos en las Batuecas
Sin acuerdos sociales de calado, el sindicalismo confederal -no el de base, que está pegado a la realidad de los centros de trabajo- no es más que un aparato burocrático
¿O es que los 809.000 parados con menos de 25 años prefieren estar en paro antes que disponer de un contrato de trabajo con indemnización creciente en función de los años trabajados?
Luciano Lama fue uno de esos gigantes que recorrió el siglo XX. Durante décadas, fue el patriarca del sindicalismo italiano. Primero, como secretario general de la CGIL, y después como diputado independiente en las filas del mejor PCI, el heredero de Enrico Berlinguer. Sin embargo, hubo un tiempo en que lo pasó mal. Tras el mayo del 68 y las huelgas generales en el norte de Italia (que incluyeron la toma de las fábricas de Fiat, por entonces el emblema del capitalismo), la extrema izquierda ocupó un papel relevante en la vida política italiana, lo que explica el nacimiento de Brigadas Rojas o Lutta Obrera.
Fueron estos grupúsculos los que en los años 70 pusieron en circulación el siguiente eslogan: ‘los lamas están en el Tibet’, en clara alusión al apellido del líder del mayor sindicato europeo del momento. De esta forma tan gráfica querían dejar patente que el sindicalismo oficial era ajeno a lo que pasaba en la calle.
Sin acuerdos sociales de calado, el sindicalismo confederal -no el de base, que está pegado a la realidad de los centros de trabajo- no es más que un aparato burocrático
Luciano Lama representaba la moderación dentro del sindicalismo italiano. Pero era profundamente reformista y defendió con valor el compromiso histórico, aquel gran pacto social de todas las fuerzas políticas italianas, incluida la democracia cristiana. Tanto la izquierda como los sectores más progresistas de la derecha -incluido el asesinado Aldo Moro- temían la aparición de un nuevo autoritarismo de la mano de tres fenómenos distintos pero profundamente interrelacionados, y cuya aparición coincidió en el tiempo: la brutal crisis económica de finales de los años 70, el desgaste político de la democracia cristiana (con vasos comunicantes con la mafia) y, por último, la aparición de movimientos de extrema izquierda ajenos al sistema político.
Luciano Lama, sin embargo, no se arrugó y defendió la necesidad de profundizar en los cambios sociales y políticos, pero no sobre la base de la confrontación gratuita que sólo conduce a la melancolía y a colgarse medallas de hojalata ante la ciudadanía. Cuando murió a los 75 años dejó escrito: “Tengo un mensaje para la izquierda. Que no deje nunca de tener sentido de la medida. Que no deje nunca de buscar soluciones negociadas”.
Ese espíritu de negociación del conflicto social -consustancial a sociedades complejas como la nuestra- es el que los sindicatos españoles han frecuentado durante los últimos 30 años. No sin desgarramientos de clase. Buena parte de los avances sociales actuales tienen que ver con la capacidad de los sindicatos para leer el momento político de la mano de dirigentes como Marcelino Camacho, Nicolás Redondo, Antonio Gutiérrez, José María Fidalgo o, incluso, Cándido Méndez.

Un nuevo tiempo sindical
Pero hete aquí que la ruptura del diálogo social ha abierto un nuevo tiempo todavía difícil de evaluar. Pero que ya muestra ya señales preocupantes. En primer lugar, la visualización por parte de la opinión pública de una especie de Gobierno de coalición entre el PSOE y los sindicatos, convertidos en el principal respaldo político de Zapatera falta de apoyos parlamentarios estables..
Se trata de un paso atrás de indudable transcendencia que rompe con el principio de autonomía sindical, un concepto sobre el que los sindicatos han teorizado desde la huelga general del 14-D. Estamos ante especie de ‘abrazo del oso’ que le puede traer problemas a los sindicatos. Como le ha ocurrido a Izquierda Unida, el Bloque y a ERC, las tres formaciones que dieron sin remilgos su apoyo al PSOE durante la primera legislatura, y que es muy probable que se conviertan en formaciones extraparlamentarias en Madrid a la vuelta de la esquina.
¿O es que los 809.000 parados con menos de 25 años prefieren estar en paro antes que disponer de un contrato de trabajo con indemnización creciente en función de los años trabajados?
Sin acuerdos sociales de calado, el sindicalismo confederal -no el de base, que está pegado a la realidad de los centros de trabajo- no es más que un aparato burocrático, y de ahí el error que puede suponer para sus tesis abrazar la estrategia de la confrontación en la que tan cómodamente se mueve Zapatero. El presidente aparece legitimado de nuevo por su capacidad para aparecer ante la opinión pública como el dique contra el que choca la derecha política (PP) y económica (CEOE), no por su capacidad para articular un política verdaderamente socialdemócrata. Lo que es bueno para Zapatero a corto plazo, no tiene por qué ser óptimo para los sindicatos en términos estratégicos.
Durante el primer trimestre de 2010 es muy probable que este país cruce la frontera de los cinco millones de parados, y no será ninguna locura corresponsabilizar de tal desastre a quienes han permitido que el Gobierno no haga absolutamente nada por cambiar la situación más allá de poner sobre la mesa toneladas de billetes de 500 euros, como si la deuda pública la fueran a pagar Emilio Botín o Ignacio Sánchez Galán.
No es fácil entender las razones que han movido a los sindicatos a comprar mercancía ideológica ya caducada que es muy útil para ganar elecciones, pero que en términos de país es un auténtico disparate.

¿Despido libre?
Se dice desde Moncloa -y lo avalan los sindicatos- que la propuesta de los 100 expertos (que plantean un contrato único con indemnización creciente) sólo busca dos objetivos: el despido libre sin control judicial y la descausalización de los contratos de trabajo temporales. Y entonces surge la duda. ¿Alguien cree que con 1,7 millones de empleos destruidos en los últimos 12 meses el despido no es libre? El debate, por lo tanto, tiene que ver con la cuantía, y no estará de más recordar que UGT y CCOO avalaron una reforma laboral que incorporaba
una indemnización por despido improcedente de 33 días por año trabajado y un máximo de 24 mensualidades. Corría el año 2001 y gobernaba José María Aznar. ¿Alguien se acuerda?
¿O es que no ha sido una transferencia de rentas de los trabajadores hacia las empresas los 3.000 millones de euros que se dilapidaron en la anterior legislatura en bonificaciones que no ha servido para nada? Por cierto, con el nihil obstat sindical.
Y lo que es todavía más surrealista, ¿qué sindicalista está en condiciones de asegurar que los cinco millones de contratos temporales tienen una justificación causal? El fraude empresarial, desgraciadamente, campa a sus anchas, y ni este ni el anterior Gobierno han hecho nada por enderezar el rumbo de las cosas. Y por eso sorprende que en vez de explorar nuevas vías de regulación laboral, los sindicatos se hayan enrocado en sus posiciones, como si el mercado laboral español fuera Jauja. Y lo hacen con un argumento verdaderamente singular.
Dicen los sindicatos que los trabajadores no tienen la culpa de la crisis, y tiene toda la razón. Pero olvidan que cuando el Titanic se hunde no respeta ni a ricos ni pobres. Sólo hay que ver el perfil de los nuevos parados: jóvenes, trabajadores no cualificados y mayores de 45 años. Justamente los colectivos con mayores dificultades de inserción laboral. La estrategia sindical viene a ser lo mismo que decir que como el capitán del Titanic fue el responsable del choque con el iceberg, no hay que colaborar para achicar agua.
Es verdad, como dicen los sindicatos, que la culpa de que España tenga el doble de desempleo que la UE tiene que ver con la existencia de un determinado modelo productivo basado en empleo de valor añadido. Pero repetir una y otra vez este aserto sólo conduce a la frustración.
Sindicatos reformadores
A esto se refería Luciano Lama cuando hablaba de la necesidad de contar con sindicatos reformadores, capaces de transformar la realidad; pero para mejorarla. Lo más curioso es que algunos dirigentes sindicales, como el influyente Rodolfo Benito, han escrito en la
revista de la Fundación Primero de Mayo –el think tank de CCOO- que es necesario “actuar contra la segmentación y precariedad de los mercados de trabajo, que no hacen sino penalizar un desarrollo productivo sólido y sostenible”.
En esa misma publicación, un colectivo formado por 17 especialistas afines a las tesis sindicales sostienen (con razón): “El mercado de trabajo español lleva más de un cuarto de siglo sometido a un proceso continuo de reformas que no han hecho más que aumentar la flexibilidad del empleo. Cada vez es más barato contratar y despedir, lo que explica la intensidad con que se destruye empleo durante las recesiones”.
Es decir, se reconoce que hay que reformar el mercado de trabajo, pero paradójicamente en el célebre ‘perímetro’ de las frustradas negociaciones entre sindicatos, empresarios y Gobierno no entraba este asunto. La reforma laboral era una de esas líneas rojas. Resulta curioso que la aversión sindical al cambio en las relaciones laboral se produzca, precisamente, cuando el presidente del Gobierno no para de decir que el BOE seguirá en huelga de brazos caídos hasta que lo digan los sindicatos. ¿Alguien lo entiende? ¿Por qué no cambian las relaciones laborales si a nadie satisfacen?

El profesor Antonio Baylos -gran defensor de mantener el statu quo- recordaba
anteayer en su blog que algún famoso político español sostiene que el sindicalismo confederal es más peronista que socialdemócrata. Y lo argumentaba en los siguientes términos: los grandes sindicatos están más preparados para organizar un conflicto puntual frente al poder público (la huelga general que tanto teme Zapatero) que para sostener un tiempo de presión colectiva ante el poder privado de las empresas.
No le falta razón a ese político anónimo. Los sindicatos cometerán un gran error si abrazan eso que Lenin llamaba el izquierdismo como enfermedad infantil del comunismo, y que no es otra cosa que una manera obrerista de entender la realidad económica. Más efectista que efectiva, como le gusta decir a Rodolfo Benito.
Parece evidente que el gran reto estratégico de UGT y CCOO es ensanchar sus bases para llegar a los nuevos colectivos que emergen en la sociedad, y en particular los jóvenes, aunque sólo sea por un mínimo sentido de la supervivencia. Y por eso no estará de más recordar que cerca de un 40% de los jóvenes -sí han leído bien- está sin trabajo, por lo que difícilmente podrán afiliarse algún día a un sindicato. ¿O es que los 809.000 parados con menos de 25 años prefieren estar en paro antes que disponer de un contrato de trabajo con indemnización creciente en función de los años trabajados? Y, por supuesto, con contrato laboral tutelado por los jueces, entre otras cosas porque lo dice el artículo 24 de la Constitución, que habla de la tutela judicial efectiva. Y en este punto, no estará de más recordar que ninguna de las reformas laborales que se proponen afectaría a los actuales contratos de trabajo.
Es curioso que el mantra que repite Zapatero tiene que ver con la necesidad de no retroceder en los derechos de los trabajadores. Pero de verdad, ¿qué derechos tienen 4,2 millones de ciudadanos que carecen de empleo? ¿O es de recibo que más de un millón de trabajadores en paro no cobre prestación económica alguna? ¿Se refiere a esto Zapatero cuando habla de no retroceder en los derechos?
No quiere decir esto que haya que aceptar cualquier salida a la crisis. Desde luego que no. Claro que hay reformas y reformas en el mercado de trabajo. Unas más justas y otras más regresivas. Y algunas profundamente reaccionarias. Pero pensar que este país va a crear empleo sin el concurso de los empresarios es algo así como ser un lama, pero del Tibet. Los sindicatos se han metido verdaderamente en una ratonera. Porque cuando a la vuelta del verano el paro roce ya el 20% de la población activa, más de uno se va a acordar del gobierno de coalición sindicatos-PSOE.
el confidencial___________________
Enter a long URL to make tiny:
espainfo.es estamos en
EspaInfo.es

Directorio de Blogs Digg! Este blog es parte de Buzzear (AR) Buzzear (MX) Este blog es parte de Buzzear (PE) AddThis Feed Button Directorio de blogs en España Add to Google Subscribe in NewsGator Online Directory of Journal Blogs Suscribir con Bloglines Directorio de blogs Directorio Web - Directorio de Páginas Webs Business Blogs & Directory blog search directory Blogs Dominicanos Page Strength SEO Tool - SEOmoz.org All-Blogs.net directory logo Conexcol blogs juegos, viajes, tecnologia TicoBlogs.com Mi Ping en TotalPing.com BLOG INFORMATIVO PARA UN DETERMINADO COLECTIVO DE FUNCIONARIOS ESPAÑOLES BlogsPeru.com

[Valid Atom 1.0] Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.