domingo, 20 de septiembre de 2009

DE INCÓMODAS CELDAS A SUITES DE LUJO

La reinserción de las cárceles
Antiguas prisiones de todo el mundo viven una segunda juventud reconvertidas en hoteles de lujo, museos o centros culturales; unas opciones que ahora se barajan para el viejo penal provincial coruñés
liberty hotel boston
Ha pasado de ser una vieja y horrible cárcel a un complejo hotelero de máximo lujo situado en pleno centro de Boston. Para borrar las huellas del pasado fue preciso invertir más de 140 millones de euros, que han servido para disponer de 300 habitaciones y los servicios más modernos y cuidados.
kilmainham gaol dublín
Muchos de los líderes de las revueltas de Irlanda durmieron en estas celdas, e incluso algunos de ellos fueron ejecutados aquí. Tras su remodelación en la década de los setenta, se convirtió en un museo.
The old jail de mount gambier australia
hotel langholmen estocolmo
cárcel de liepaja letonia
malmaison hotel oxford
Este antigua prisión conserva intacta su fachada de 1886, aunque sus 27 celdas han pasado a ser ahora habitaciones, seis de ellas dobles. Su decoración es sencilla y minimalista, ofrece los servicios clásicos, y sus baños son compartidos. La tarifa media es de 22 euros por día, incluido el desayuno.
Su construcción data de finales del siglo XIX, y se caracteriza por su especial ubicación en el medio de una isla, a la que se puede acceder por mar y por carretera. Después de sus años como penal, en el 2001 reabrió sus puertas como un gran hotel en el que destaca especialmente su pasillo central, donde se conserva la estructura penitenciaria. Dispone de 102 habitaciones (sobre 180 euros la noche) y servicios exclusivos.
Es una de las cárceles reformadas más polémicas, puesto que los clientes de este hotel pagan por ser tratados como presos. De hecho, son amenazados y maltratados, siempre dentro de unos límites.
Con mil años de antigüedad, este viejo castillo-prisión, es uno de los «hoteles-boutique» más exclusivos de Oxford, en el que además de sus lujosas habitaciones se ha conservado parte del antiguo penal.
Tras sus rejas permanecieron encarceladas miles de personas, muchas de ellas fueron asesinos peligrosos, ladrones, violadores y todo tipo de delincuentes. Otras, simplemente estaban en el bando equivocado cuando estallaron las distintas guerras mundiales o civiles que hubo en todos los continentes.
Con el paso del tiempo, muchos de estos antiguos penales cerraron sus puertas y permanecieron varios años en el olvido, hasta que fueron reformados y convertidos en modernos hoteles, museos o centros culturales o sociales. El ejemplo de revitalización de muchos de ellos ha sido lo que ha llevado al alcalde coruñés, Javier Losada, a plantear la posibilidad de que la antigua prisión provincial se convierta en un parador incluido en la red nacional, aunque tampoco se descarta la posibilidad de que estos 35.000 metros cuadrados de superficie penitenciaria también sirvan para acoger un museo de los faros y las señales marítimas y un centro de interpretación de la torre de Hércules.
El ejemplo más destacable de en lo que puede llegar a convertirse una vieja cárcel está en pleno centro de Boston, en Estados Unidos. Allí, la vieja prisión de Charles Street echó el candado a finales de la década de los noventa, y luego fue reformada y reconstruida, transformándose en uno de los hoteles de lujo de más prestigio de Nueva Inglaterra; un proyecto para lo que fue necesario invertir cerca de 140 millones de euros. Dispone de dieciséis pisos en los que están distribuidas trescientas habitaciones (diez de ellas son suites), un gran restaurante y seis salones, donde se combina a la perfección la arquitectura histórica del edificio con las comodidades más modernas y elegantes. Ofrece múltiples servicios a sus clientes, que pagan por cada día de estancia entre 250 y 550 dólares.
La antigua prisión victoriana de Oxford también cambió el traje de rayas de los presos por un nuevo vestuario de lujo para albergar el Malmaison Hotel. El castillo que sirve de base a este complejo tiene más de mil años de antigüedad, y en una parte del mismo todavía se conservan restos de la antigua cárcel, donde no faltan sus celdas con rejas y demás reminiscencias penales.
Sin embargo, lo que más destaca de este complejo es que es uno de los hoteles-boutique más importantes y lujosos de la ciudad, además de hacerlo muy apropiado para las parejas de recién casados, a los que ofrece las mejores suites con chocolates, pétalos de rosa, champaña y velas aromáticas; y que nada tienen que ver con el recibimiento que hace años tenían los antiguos huéspedes de esta vieja prisión.
Algo similar ocurre con el Hotel Langholmen de Estocolmo, que fue una de las primeras cárceles construidas en esta ciudad en el siglo XIX, en el medio de una isla a la que se puede acceder tanto por tierra como por mar. Hace 34 años fue puesto en libertad el último prisionero, y en 1989 se inició un largo trabajo de remodelación que finalizó en el 2001, dando paso a un bonito hotel, en el que sus celdas fueron transformadas en 102 habitaciones con baño y todos los servicios (cada noche cuesta una media de 180 euros). Lo más característico de este complejo es que conserva la estructura de su pasillo carcelario, donde se pueden contemplar todos los pisos del hotel, con las estancias a ambos lados. Además, como pequeño homenaje a su pasado, este hotel dispone de un pequeño museo donde se muestran fotografías, objetos, e incluso un muñeco vestido con el antiguo traje de rayas de los reos.
Las huellas del pasado
Hay, sin embargo, otro tipo de penales que, aunque se han rehabilitado, tienen muy presente su pasado. Es el caso de The Old Jail de Mount Gambier, en Australia, una cárcel que se inauguró por primera vez en 1886 (y todavía conserva su fachada), y que cerró sus puertas como tal en 1995. Posteriormente, reabriría reconvertida en un curioso hotel, en el que sus 27 habitaciones son antiguas celdas, y seis de ellas incluso se pueden compartir, al igual que los lavabos, que solo hacen diferencias por sexos. Este complejo ofrece los servicios básicos por el precio de 22 euros por noche más desayuno, y se convierte en una de las opciones ideales para los amantes de nuevas experiencias.
También para este tipo de personas es apropiada la vieja cárcel de Liepaja en Letonia, conocida por ser un antiguo centro de tortura de la KGB soviética y en la que el cliente paga por ser tratado como un preso. La puesta en marcha de este singular hotel no ha estado exenta de polémica, ya que los inquilinos son amenazados y maltratados como si fueran delincuentes, aunque siempre dentro de unos límites. A pesar de lo arriesgado de la iniciativa, lo cierto es que ha tenido un gran éxito, y ha sido copiada en varias partes del mundo.
prisión provincial a coruña
Está situada en una parcela de más de 35.000 metros cuadrados, muy próxima a la torre de Hércules. La intención del Ayuntamiento es reconvertir esta vieja cárcel en un parador, además de construir un museo de faros y señales marítimas, y un centro de interpretación entre otras ideas.
La Voz de Galicia
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