lunes, 8 de marzo de 2010

Prófugos de otros países se refugian en la provincia para eludir la Justicia

FOTO REPORTAJE DAVID REVENGA
Del sol a la sombra
PEDRO CERRADA «Aquí nadie conoce a nadie». Este sencillo testimonio de José María, uno de los miles de ciudadanos que viven en el enjambre de urbanizaciones construidas en la Costa Blanca, refleja la facilidad que ofrecen provincias turísticas como Alicante para atraer a fugitivos internacionales que huyen de otros países para eludir su encarcelamiento. La detención esta semana en Altea del criminal de guerra Veselin Vlahovic, acusado de más de cien asesinatos y violaciones en la guerra de los Balcanes, es probablemente una de las más significativas realizadas hasta el momento por la Policía de Alicante, dada la trascendencia del apresado. Sin embargo, no hay que olvidar que es, al mismo tiempo, un arresto más de los que se están llevando a cabo cada vez con más frecuencia en la provincia. Las cifras de fugitivos que han cambiado el sol de la Costa Blanca por la sombra de las celdas de las prisiones de otros países se están disparando y el pasado crecieron casi un 25 por ciento. La Policía Nacional detuvo el pasado año a 68 fugitivos, veinte más que en 2008, mientras que la Guardia Civil puso a disposición judicial a otros 41 delincuentes reclamados por otros países, seis más que el año anterior.
El modelo urbanístico que facilita el anonimato de estos fugitivos, las condiciones de vida respecto a otros países europeo –especialmente el clima– y la laxitud de las leyes españolas son tres factores que justifican, en opinión de varios expertos policiales, la notable presencia en municipios turísticos de la provincia de personas que huyen de sus países para eludir la acción de la Justicia y se refugian en urbanizaciones donde los residentes son principalmente extranjeros.
El Grupo de Localización de Fugitivos de la Policía Nacional, encargado de centralizar y canalizar con las comisarías provinciales las órdenes europeas de extradición que llegan a España, ha tramitado últimamente una media anual de 180 casos y casi un tercio de estas reclamaciones internacionales resueltas corresponden a delincuentes que se ocultaban en la Costa Blanca. Las cifras son constantes año tras año y Alicante es, junto con Málaga y Barcelona, donde la Policía Nacional realiza el mayor número de detenciones de prófugos de la Justicia de otros países. Lo que para un ciudadano cualquiera puede ser motivo de alerta el hecho de que las Fuerzas de Seguridad del Estado hayan detenido a casi 200 fugitivos en municipios turísticos del litoral alicantino en sólo dos años, los especialistas en la materia no achacan este incremento a que esté aumentando la llegada de este tipo de delincuentes, sino a la mayor efectividad policial y a la mejora de las relaciones entre las Policías de los diferentes países.
El mayor flujo de información sobre los fugitivos ha permitido que aumente sensiblemente la detección de fugitivos. Pero no todo es coser y cantar. La mayoría de estas detenciones ha requerido un trabajo previo de investigación para poder localizar a los sospechosos y en muchas ocasiones las informaciones llegadas de otros países no han permitido localizar a los fugitivos, bien porque son datos incompletos o porque realmente los delincuentes no se encuentran en Alicante, como ocurrió con un sospechoso que la Policía estuvo buscando durante muchos meses en la provincia y ahora han conocido que fue apresado en otro país.
Más suerte tuvieron con el asesino polaco Vladislav Bielecki, de 48 años en el momento de ser detenido en abril de 2001 en Benidorm. La Policía alicantina fue alertada de que podía estar en la partida Planet de Benidorm, pero se había hecho la cirugía estética y la única pista era un tatuaje en un antebrazo de la cara de una mujer y tres estrellas. Estaba reclamado por Alemania y Polonia por dos crímenes y los investigadores lograron identificar y detener al sospechoso en un chalé, cuando precisamente estaba en compañía del cirujano que le operó la cara.
El asentamiento de delincuentes internacionales en la provincia comenzó a disparar las alarmas policiales en la década de los 80 con la llegada de mafiosos italianos a la zona de las dos Marinas. El goteo de fugitivos ha sido constante y la presencia de algunos ha sido descubierta fortuitamente una vez han muerto. Así ocurrió con el capo de la mafia australiana Robert Trimbole, que murió en mayo de 1987 de un infarto en el Hospital de Villajoyosa y estaba reclamado por tres asesinatos y como uno de los dirigentes del narcotráfico en Asia y Australia. Tras el fallecimiento se averiguó que era el capo incluido en la lista de los cien criminales más buscados por Estados Unidos y se descubrió que llevaba varios años en la Marina Baixa. Su último domicilio estaba en Alfaz del Pi, aunque la Policía investigó otras viviendas donde también pudo residir.
La pericia policial de los investigadores alicantinos también dejó boquiabiertos a los Carabinieri cuando vinieron en busca de cuatro miembros de la camorra napolitana y en un día apresaron a tres mafiosos en Benidorm y La Vila. Para llegar a ellos sólo se sabía que estaban alojados en una vivienda desde la que se veía una estrella. Las pesquisas permitieron localizar un hotel benidormí en cuya fachada había un árbol con una estrella y a continuación localizaron a los mafiosos.
La mayor parte de estos fugitivos procura pasar desapercibido y sin delinquir en la provincia para garantizar su seguridad, según coinciden los expertos policiales, aunque hay algunos que destacan que no está ocurriendo lo mismo con los fugitivos de países del Este de Europa, que aprovechan sus conexiones con bandas organizadas que operan en España para huir de sus países y continuar aquí con las actividades ilícitas.
El Reino Unido, Polonia, Rumanía, Alemania y Holanda son, por este orden, los países de origen de la mayor parte de los prófugos arrestados el pasado año. El resto son de otros países europeos, aunque también se apresó a un ciudadano de Sierra Leona y a un ecuatoriano reclamado en Estados Unidos por agresión sexual.La maraña de urbanizaciones levantadas en el extrarradio de los municipios del litoral alicantino, donde cualquier persona se puede perder incluso llevando en el coche un navegador, dificulta, por no decir imposibilita, que exista un control policial efectivo sobre las personas que las habitan. Ni siquiera las detenciones de algunos de estos prófugos han llamado la atención de los dueños de chalés próximos al lugar del arresto. El pasado mes de febrero la Policía detuvo en una urbanización de Orihuela Costa a un alemán de 53 años que estaba reclamado en su país por violar la libertad condicional de una condena de asesinato y su captura pasó desapercibida para la mayoría de los vecinos, igual que su estancia en la zona. Uno de estos vecinos, José María, explicó que «es normal que no nos enteremos porque esto es de lo más tranquilo y aquí nadie conoce a nadie». José María reconoce que «esto está salvaje», pero se pregunta «dónde hay seguridad ahora». A escasos metros vive Joaquín, un ciudadano alemán afincado en Orihuela Costa desde hace diez años y quien no tiene problemas en reconocer que «no sé donde me metí», en referencia a los problemas de inseguridad que padecen. En las urbanizaciones de la costa oriolana residen 30.000 personas y salvo dos mil españoles el resto son extranjeras. Los problemas de seguridad y la falta de servicios provocaron la fundación del partido CLARO, cuyos responsables denuncian la falta de control policial. «Sólo hay dos patrullas de la Policía Local por las noches para vigilar 40.000 casas, ¿Cómo se evita así que se escondan aquí criminales de otros países?», señala Antonio Cerdán mientras conversa con Claudia Isabel, otra vecina de Orihuela Costa que llegó de Alemania hace diez años. Esta mujer asegura que «aquí hay bandidos de todos los países y se necesita más vigilancia».
El temor de estos vecinos contrasta con la tranquilidad mostrada hace unos días por los inquilinos de chalés de la partida Barranquets de Els Poblets –en el otro extremo de la provincia–, donde en abril del pasado año capturaron a otro prófugo alemán reclamado por fraude y falsedad. Uno de los escasos españoles que residen en esta zona de chalés, Antonio, admite que es enormemente «fácil esconderse en estas urbanizaciones» y ante la posibilidad de tener como vecino al criminal de guerra serbio apresado en Altea o al estafador alemán capturado frente a su casa no tiene dudas. «Prefiero al estafador porque el otro puede salir con un rifle», señala este vecino, quien considera esta zona de Els Poblets «tranquila». De la misma opinión es su vecino alemán Juan Dietschweler, que lleva 20 años viniendo a la provincia. «Aquí me siento seguro», afirma Juan, quien añade que «las escasas relaciones entre vecinos, salvo con los más próximos» facilitan a su juicio la presencia de delincuentes reclamados por otros países.
El apresamiento del criminal de guerra demuestra que, si no llega a ser descubierto por la Policía mientras investigaba una banda de butroneros, probablemente podría haber seguido, como continúan haciendo muchos otros no localizados aún, paseándose a diario por las calles de Altea o de cualquier municipio turístico alicantino, camuflados entre los miles de extranjeros que residen en la Costa Blanca. Pero todo es cuestión de tiempo y, tarde o temprano, la Policía o la Guardia Civil se están encargando de apresarlos y ponerlos a buen recaudo.
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